slenderman

juro con el corazón, que no te voy hacer daño... pero, no tengo corazon.

domingo, 8 de julio de 2018

Presencia.


“puedo sentir su presencia mientras escribo, puedo sentir como mira por encima de mi hombro, espiando lo que escribo, así que no puedo decir mucho.
Lo único que digo es que estoy cansado, llevo meses sin dormir, ya que no me lo permite, se mete en mis sueños, haciendo horrores que me hacen despertar; trato de estar acompañada, pero me aleja de la compañía.
No me gusta estar en lugares oscuros, porque ahí es cuando aprovecha para marcarme. Tengo miedo en este último mes se ha vuelto más persistente; llevo una semana encerrada en mi casa. No puedo salir, no puedo comunicarme con el exterior, bloqueo toda señal y hace unos minutos se fue la luz; estoy a oscuras con una sola vela a mi lado, que se queda sin cera.
Escucho como sus garras rasguñan las paredes en la habitación en la que estoy, se está acercando, mientras arrastra las cadenas por el piso. Sé que es mi fin, ayer me lo marco en la espalda, mi destino.
La vela ya está llegando a su fin. Mientras él se acerca más, solo les quiero decir que nunca jueguen la ouija.
No te quiero asustar, pero al leer esto ya lo estas llamando y al terminar conmigo, va a ir a tu casa; pero no mires atrás de ti, porque él ya está allí, y  si lo miras ahorita tendrá más poder sobre ti”.
Esta nota fue encontrada en una casa abandona a las afueras de San Joaquín al pie de la montaña. Donde se encontró el cuerpo de una mujer de 23 años en la habitación principal, guindada por los brazos y el cuello, desnuda en el centro de la habitación. Con cortes profundos por todo su cuerpo y sin ojos, pero lo que llamo más la atención de los policías, es que en la espalda tenia escrito con cortes “querida hermanita”...

viernes, 27 de abril de 2018

Desaparición.


Era una noche tormentosa, en nuestra pradera. Ahí vivíamos mi papa, mi hermana y yo, desde la desaparición de nuestra madre, la cual fue en una noche como esta, con fuertes lluvias y brisas que hacían danzar las ramas de todos los árboles. Pero lo más relevante es que fue este mismo día, hace un año atrás.
Mi hermana estaba muy inquieta y fastidiosa, como siempre pidiendo cosas, ya que al estar tranquila solo pensaba en mama; yo en cambio me gustaba estar relajado, me hacía recordar los buenos momentos que pase con ella.
Esa noche me estaba pidiendo que saliéramos a jugar bajo la lluvia, no le veía nada de malo siempre salíamos a jugar en el prado que rodea nuestra casa. Pero esa noche en especial, mi padre me pidió que por nada del mundo saliera de esta. Mientras él se escondía en su habitación a ver fotos de mama y llorar desconsoladamente por su perdida, como su nosotros no la hubiésemos perdido también.
Se lo explique a mi hermana, aunque ella no lo tomo enserio, porque he usado muchas veces esa excusa para no jugar con ella. Aunque si nos ponemos a pensar una niña de 5 años no siempre le hace caso a su hermano de 12.
Claro tengo que admitir que no me puse del todo serio. Corrió desde el mueble que era donde yo estaba, hasta la puerta de la entrada y al detenerse en el marco dijo: “atrápame si puedes”, sin pensar que era la última vez que la iba a escuchar.
Fui en su búsqueda ya que al fin de cuantas, al que iban a regañar era a mí, corrí a través de la sala y Salí de la casa. Busque una señal o algo que me indicara por donde había ido. Hasta que escuche un grito, tan desgarrador que sentí como todo mi cuerpo temblaba, mi corazón chocaba contra mi caja torácica huyendo hacia la casa.
El grito pertenecía a una niña y con el corazón en la boca. Mis piernas se movieron en dirección de dónde provenía aquella voz. Mientras más me adentraba en el bosque pude oír una risa pero debajo de ella un llanto. Acelerando el paso pude ver algo a lo lejos, aparte de árboles y raíces.
En mi apuro tropecé, al principio pensé que era una raíz, sin embargo, estaba muy equivocado era un zapatilla rosa con un corazón fucsia; igual al que traía mi hermana. Deje de correr y me fui acercando hacia una masa rosada que parecía temblar, aunque se detuvo. Debí a ver corrido aunque suene egoísta, pero no podía, estaba paralizado del miedo.
Me acerque hasta el punto donde podía verla completa, traía la misma ropa que ella y el pelo que antes brillaba con rubios rizos, ahora solo tenía ramas y hojas enredadas. No había duda era ella, mi pequeña hermanita. Luego entendí porque el zapato estaba tirado, ya no tenía pies en los cuales colocarlos.
Le habían cortado las piernas y se podía ver la rótula de la rodilla desnuda, con los ligamentos que la unen a la tibia y el peroné, disparejos, como si hubiesen sido arrancadas. Su vestido estaba sucio, con tres cortes profundos en la cintura con un espacio de 4 cm, de los que chorreaba mucha sangre. Sus brazos estaban llenos de raspones y al llegar a sus dedos, solo tenía su pequeña manito con 5 salientes de sangre donde deberían estar sus dedos, no los encontré; le cortaron los 5 dedos de cada mano.
Las lágrimas comenzaron a salir, bajando por mis pómulos y perdiéndose en mi cuello. Mi vista subió hacia su rostro, que estaba tapado por una cortina de pelo. Un sollozo salió de mis labios al pensar que llegue tarde, pero no, volteo la cara directamente hacia mí. Vi su rostro tan pequeño y pálido, tenía morados en toda su tez y la nariz rota. Subí a sus ojos pero solo vi sus cuencas oculares, sus hermosos ojos azules ya no estaban.
Caí de rodillas a su lado, sollozando. Vi sus labios abrirse y escuche una voz diferente, de ultratumba, que arrastraba las palabras y dijo:
“él está atrás de ti”.